Atención pregunta: ¿se puede hacer un bizcocho con sólo tres ingredientes?
Respuesta: Si.
Atención pregunta: ¿y puede ser esponjoso sin llevar impulsor o levadura química?
Respuesta: Si.
Atención pregunta: ¿puede hacerse usando harina de espelta?
Respuesta: Por supuesto!!!
Jueguecitos a parte, con sólo tres ingredientes y sin impulsor o levadura química, podemos conseguir un bizcocho alto y muy esponjoso que nos servirá tanto como base para cualquier tarta o tronco de Navidad, como para comerlo acompañado de un buen café con leche.
Se trata del bizcocho tipo genovés. Es un básico en repostería y muy sencillo de realizar, que se puede hacer usando harina blanca de espelta en lugar de harina de trigo de todo uso.
Y si no lleva levadura, ¿cómo es posible que suba en el horno? El truco es la cantidad de aire que vamos a introducir en la mezcla al batir los huevos y la delicadeza que pondremos al unirlos con la harina.
Vamos con los ingredientes y nos ponemos a batir.
INGREDIENTES DEL BIZCOCHO ESPONJOSO DE ESPELTA.
Los ingredientes para este bizcocho son sólo tres: huevos talla M, azúcar y harina. ¿Las cantidades? Dependen de lo grande que lo queramos hacer, sabiendo que la proporción es que por cada huevo, añadiremos 30 gr de azúcar y 30 gr de harina.
También se puede aromatizar con lo que más os guste: ralladura de limón o naranja, vainilla…
En este caso, para un molde de 16-17 cm de diámetro y unos 7 cm de alto, vamos a usar estas cantidades:
4 huevos talla M
120 gr de azúcar moreno (podéis usar blanca si os gusta más)
120 gr de harina blanca de espelta
Y una cucharadita de aroma de vainilla
CÓMO PREPARAR EL BIZCOCHO ESPONJOSO DE ESPELTA.
Tenemos dos formas de preparar este bizcocho esponjoso de espelta.
Una forma es batiendo los huevos junto con el azúcar durante unos 12 o 15 minutos a máxima potencia, hasta que tengamos una preparación bien aireada y esponjosa, para luego añadir la harina tamizada con movimientos envolventes y usando una espátula para no perder el volúmen. La otra forma es la que vamos a utilizar en esta receta y en ambos casos, es recomendable utilizar una batidora eléctrica de varillas, nuestros brazos lo agradecerán 🙂
Precalentamos el horno a 180ºC con calor arriba y abajo y sin el ventilador.
Separamos las claras de las yemas en dos recipientes diferentes, cuidando que no caiga nada de yema en las claras. Batimos las yemas con un poco de azúcar hasta que blanqueen y doblen su volumen. Ahora podemos añadir el aroma de vainilla. Reservamos.

Ponemos una pizca de sal en las claras y empezamos a batirlas, cuando tengan algo de espuma, añadimos la mitad del azúcar que nos queda. Seguimos batiendo y cuando la mezcla empiece a blanquear, añadimos el resto del azúcar y continuamos batiendo hasta que estén a punto de nieve blando.

Con una espátula o lengua de silicona añadimos un tercio de las claras a la preparación de las yemas. Mezclamos con movimientos envolventes de abajo a arriba, para que no se pierda el volumen que hemos conseguido.

Cuando esté todo bien integrado, pasamos la mezcla al bol de las claras y volvemos a mezclar de la misma forma, hasta que tengamos una preparación homogénea y sin grumos. Entonces empezamos a añadir la harina tamizada poco a poco, mezclando de nuevo con cuidado hasta que esté completamente integrada.

Una vez tenemos la mezcla terminada la volcamos en el molde que vamos a utilizar, le damos unos golpes sobre la mesa para que desaparezcan las posibles burbujas del interior y alisamos la superficie con un palillo como en la foto.

Horneamos con calor arriba y abajo a 160-180ºC, alrededor de 30 minutos o hasta que el bizcocho esté dorado por fuera.

Para comprobar que está bien cocido, pinchamos en el centro con una aguja de tejer o un palo de brocheta, si sale limpio es que está terminado y podemos sacarlo.

¡Que aproveche!!!!!!!
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